miércoles, 9 de noviembre de 2016

Por qué me perdí la capilla sixtina

¡Hace ocho meses que nos fuimos!

Viajando como estamos viajando, se corren varios riesgos. Por ejemplo, si unx se abandona al frenético ritmo del turista que en todo momento debe “aprovechar” para ver lo más que pueda, teniendo en cuenta que no hay aún boleto de vuelta, que ya se viene viajando hace tiempo y que el viaje puede alargarse mucho más, en cualquier momento cae inevitable el cansancio y la fatiga, captando toda voluntad física y mental de movimiento, arrasando con todo interés de conocer el lugar, en una especie de surménage vacacional.
Lamentablemente, soy muy susceptible a este tipo de riesgos y hace tiempo me veía tentada a sucumbir en las garras de la pausa en medio de tanta voracidad turística. Creo que esto es algo que ya se ha dicho, pero no viene mal recordar, preciadx lectorx de esta historia, que vana es la ilusión de que el estilo de vida del viajante es mejor que los demás: idealizar es fácil si estamos en casa y volvemos de vez en cuando, siempre con ganas de más. Distinto es saber que no tenemos felpudo de entrada, o que el felpudo es otro cada noche y que si no nos ocupamos de buscar, no habrá ningún lugar, y que si al día siguiente queremos quedarnos en la cama un rato más no hay a quien llamar para avisar que estamos enfermos, a menos que queramos pagar un late check out. No es mejor ni peor, sólo es eso, hay obligaciones distintas que respetar.
¿A quién le explico que me tienta más la cama que la capilla sixtina, al menos hoy, en este momento, en este lugar?
Si el sentido es aprovechar, aprovecho que hoy tengo la oportunidad. Me levanté con dolor de garganta y la noticia de Trump. Ya no da.
Aprovecho mi tiempo a solas, pienso en lo que para mí significa viajar, y la capilla sixtina, la verdad, no me da lástima. El viaje es otra cosa, y sobre todo es estar acá. No me sirve ver el Vaticano (en cuyas puertas me recibe un grupo de gente pidiendo y durmiendo en la calle, lo cual sólo me hace sentir que ahí adentro todo es un teatro más, enchapado en oro, ya que están) si cuando lo veo estoy por la mitad. Me gustaría más estar entera, vivir tranquila, poder brindarme lentamente al flujo de una nueva ciudad.
En este viaje no quiero ver todo. No me hace falta. Vivir la oportunidad, en este caso, es distinto: ya se ha dicho también, lo que importa es el camino, el destino siempre es algo más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario